Revista literaria avant la lettre

Pues claro que Dios te ha curado el cáncer

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Doctora: Efectivamente, señor Ruiz, no hay ni rastro del cáncer. Está usted curado.

Ruiz: ¡Gracias a Dios!

Doctora: ¿Cómo?

Ruiz: Nada. Que gracias a Dios.

Doctora: ¿A Dios?

Ruiz: Sí, claro, a quién si no.

Doctora: Pues a ver, no quiero parecer vanidosa, pero quizás a mí. Y a las enfermeras. Y a los radiólogos…

Ruiz: Sí, claro, perdón. Qué cabeza, la mía. Claro que sí, muchas gracias. Ustedes han ayudado mucho.

Doctora: ¿Ayudado?

Ruiz: Sin su ayuda no me habría podido curar. Ya sabe, a Dios rogando y con el mazo dando.

Doctora: No, a ver. Dejemos las cosas claras: Dios no ha hecho nada.

Ruiz: Pero doctora, no diga eso.

Doctora: Yo he estudiado medicina. Yo me especialicé en oncología. Yo le diagnostiqué. Yo he indicado su tratamiento.

Ruiz: Sin duda. 

Doctora: Ah, bien.

Ruiz: Usted ha sido la herramienta de Dios.

Doctora: ¡Pero oiga! ¡Ya está bien! ¡Dios ni siquiera existe!

Ruiz: ¡No diga eso!

Doctora: ¡Le he salvado la vida! ¡Yo! ¡No Dios!

Ruiz: Que se va a enfadar.

Doctora: ¡Los seres mitológicos no se enfadan porque no existen!

Ruiz: Que Dios sí que existe. Y me ha curado.

Doctora: ¡Que no! ¡He sido yo!

(Se oye un trueno y se levanta una columna de humo. De su interior sale Dios, que es clavadito a Jaime Rubio).

DIOS: ¿Quién osa poner en duda mi existencia?

Ruiz: No te enfades, hombre. La doctora estaba de broma, ¿verdad?

Doctora: (…)

DIOS: ¡Claro que existo! ¡Toca, toca!

Doctora: (Le toca el brazo, asustada).

DIOS: Cuarenta euros en el Mango. Pero es muy suave y parece más caro, ¿verdad?

Doctora: S… sí… 

DIOS: Igual que escojo jerséis con un gusto exquisito, yo he curado al señor Rodríguez.

Ruiz: Ruiz.

DIOS: Eso, Ruiz. ¿Qué he dicho?

Ruiz: Rodríguez.

DIOS: ¿Y no eres Rodríguez de segundo?

Ruiz: No, Ramón Ruiz Pérez, para servirte.

DIOS: Ahora te llamas Ramón Rodríguez.

Rodríguez: Coño, me llamo Ramón Rodríguez.

Doctora: Yo… Yo…

DIOS: Tranquila, te perdono el pecado de la soberbia. Yo le curé el linfoma de Hopkins con tu ayuda, porque los caminos del Señor, es decir, los míos, son…

Doctora: De Hodgkin.

DIOS: ¿Eh?

Doctora: Se llama linfoma de Hodgkin.

DIOS: ¿Segura?

Doctora: Segurísima. Es mi especialidad.

DIOS: Mira que yo soy Dios y soy infalible. Que acierto todos los wordles a la primera.

Doctora: Vamos, siempre lo hemos llamado así. Yo y todos los médicos del mundo.

DIOS: ¿No se llama así porque lo descubrió Anthony Hopkins, el oncólogo caníbal?

Doctora: Huy, no, no… Anthony Hopkins es un actor, no un médico.

DIOS: No, no. Es un médico que come gente. Eso lo he visto yo. Creo que está en Netflix. O igual me la bajé, no me acuerdo.

Doctora: Es una película.

DIOS: Joder, claro, ¿no te lo estoy diciendo?

Doctora: Quiero decir que ese médico no existe.

DIOS: Pero si le dieron un Oscar, cómo no va a existir.

Doctora: Ya, al actor, a Anthony Hopkins. Pero el médico es un personaje de ficción.

DIOS: Pero que son la misma persona.

Doctora: No, a ver si me explico. El silencio de los corderos es una película.

DIOS: Buenísima.

Doctora: Y Anthony Hopkins es un actor que interpreta al doctor Hannibal Lecter.

DIOS: Pues eso.

Doctora: ¿Pues eso qué?

DIOS: Pues que existe.

Doctora: No existe, es un personaje de ficción.

DIOS: Y dale. Esta no aprende, ¿eh, Rodríguez? Primero el personaje de ficción soy yo y ahora también lo es Anthony Hopkins, el doctor caníbal, por cada cien vidas salvadas, una comida.

Rodríguez: Señor, creo que… Ya me perdonarás, pero creo que la doctora tiene razón. Es una película. Es como una obra de teatro…

DIOS: Ya sé lo que es una película, hostias, que soy Dios. 

Rodríguez: Quiero decir que es… Como una novela… Una historia…

DIOS: ¿Como la historia de España?

Rodríguez: Un cuento.

DIOS: Ramírez, no te sigo.

Ramírez: Es una invención.

DIOS: Mía. Todo lo inventé yo.

Ramírez: Un momento, ¿el cáncer también lo inventaste? ¿Estabas poniendo a prueba mi fe?

DIOS: No, yo no inventé el cáncer. Ese fue Joaquín.

Ramírez: ¿Quién es Joaquín?

DIOS: Uno que inventó el cáncer cuando no miraba. Y más cosas: el amianto, las pelis de Marvel, responder «tirando» cuando te preguntan «qué tal»…

Ramírez: No lo recuerdo de la Biblia.

DIOS: Sale poco. Inventa el cáncer y un rato después lo mato.

Doctora: ¿Y no puedes eliminar el cáncer del todo?

DIOS: Estoy en ello, no me metáis prisa. Hay mucha gente con cáncer, que cuando se pone algo de moda, no paráis. Oye, ¿tenéis algo más que preguntarme? Hay un tipo gritando «¿por qué, Dios, por qué?» y me gustaría contestarle.

Ramírez: ¿Y qué le vas a decir?

DIOS: Que es por joder.

Doctora: Yo ya estoy, la verdad. Si te tienes que ir, por mí no esperes.

Ramírez: Gracias por curarme el cáncer.

DIOS: Un placer. Recordad: las mejores medicinas son la oración y la risa.

Ramírez: Claro que sí.

Doctora: Er…

DIOS: Hágame caso, doctora: lo mejor para el cáncer es un padrenuestro y luego un chiste. En internet hay un montón, mire. (Le muestra su móvil).

Doctora: No veo… No veo nada…

DIOS: Ay, me he quedado sin batería. Bueno, pon «chistes» en Google y ya verás. Le tendrían que dar el Nobel de Medicina a Google, por todos los chistes que tienen ahí. Bueno, me tengo que ir. Ya sabéis, si necesitáis algo, pedid y se os dará.

Ruiz: Gracias, señor.

(Desaparece tras una columna de humo. Se oye un trueno. En el despacho queda un intenso olor a Jaime Rubio).

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