Revista literaria avant la lettre

Carta a Iker Jiménez de un espectador preocupado

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Hola Iker,

Mi nombre es Martín, aunque todo el mundo me conoce como Martín Jr. porque mi padre también se llama Martín. Te escribo porque creo poseer una información de gran trascendencia para la humanidad y me gustaría saber tu opinión. Verás:

Hace tiempo me di cuenta de que nunca había visto una paloma bebé. «¿Dónde están? ¿Cómo puede ser que todas las palomas que veamos sean adultas?», pensaba yo. Esta mañana he buscado en Google y en primer lugar aparece un artículo de la revista Muy Interesante en la que aseguran que las palomas se esmeran mucho con el cuidado de sus crías y que estas no salen del nido hasta dejar de ser polluelos.

Podría tener sentido, pero como persona criada en la era de las redes sociales decido seguir escroleando y no doy crédito: los dos siguientes artículos, que explican la misma teoría, son de La Sexta y de OkDiario. ¿Cómo es posible que los progres y los fachas estén de acuerdo en algo? ¿Acaso pueden Ferreras e Inda darse la mano en un tema tan delicado? Tenía que haber algo que se me estaba escapando, así que he seguido indagando hasta encontrar la verdad: los pájaros no son reales.

No se llega a ser el conductor de la Nave del Misterio sin un amplio bagaje previo, así que imagino que conoces esta teoría mejor que yo, que asegura que las aves son drones controlados por las Administraciones con la intención de vigilar a los ciudadanos despiertos. Al enterarme de esto, inmediatamente algo ha hecho clic en mi cabeza.

Siempre he pensado que quienes se hacen llamar mis progenitores tienen actitudes fuera de lo común. Con mi padre no tengo mucha relación. Él se dedica a la pesca y junto a sus compañeros suele hacer viajes de varios meses a caladeros sin explotar, por lo tanto no tengo muchos datos en los que basarme.

Mi madre, sin embargo, ha estado muy encima de mí desde que tengo conciencia. Siempre ha dicho que no cree en el sistema educativo, así que me educó en casa y no me permite salir solo hasta que cumpla veinte años. Siempre decía que estaré preparado para salir de casa cuando pueda saltar desde la ventana sin hacerme daño. Nunca entendí en qué contexto podría querer tirarme desde un segundo piso, pero en mi casa es lo normal.

Por otro lado, estoy en tratamiento odontológico porque he crecido con una mandíbula y dentadura muy deficientes. Según el doctor mi boca se ha desarrollado mal porque prácticamente no he masticado nunca, y eso es así porque a mi madre le gusta pasar por la batidora toda la comida que me da. Según dice esa es la forma en que una buena madre debe alimentar a su hijo.

Creo que es evidente adónde quiero llegar con esto: mi madre se llama Paloma y se comporta como tal.

Cuando me he dado cuenta me ha entrado un ataque de pánico. ¿Es posible que mi madre sea un robot con el que el Estado profundo vigila a la gente de mi barrio? ¿Cuántas Palomas hay compartiendo información con los que mueven los hilos?

Inmediatamente he dejado el ordenador y he corrido al teléfono fijo para llamar a mi padre y pedirle que venga a buscarme. No me siento seguro estando a solas con mi madre en casa. Al lado del teléfono tenemos una agenda del año 2004 con un montón de papeles intercalados entre las páginas en los que hay apuntados teléfonos, fechas de cumpleaños y nombres de medicamentos. Entre las notas he encontrado una tarjeta de visita de mi padre, de las que usa cuando no tiene trabajo para repartir a los capitanes de barco. Se me ha helado la sangre antes de llegar a ver el teléfono:

«Martín, pescador»

Iker, ahora que sé la verdad, si mis dos padres son androides controlados por las élites es posible que esté en peligro. Es incluso probable que yo sea un robot y no lo sepa. Solicito formalmente tu asilo y protección, y me pongo a tu disposición para que experimentes conmigo cuanto sea necesario parar llevar La Verdad al mundo.

Esperando que comprendas la gravedad del asunto, quedo a la espera de tu respuesta.

Atentamente,

Martín Jr.

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