Revista literaria avant la lettre

Carta de un bebé a su padre exponiendo sus motivos para no llamarse Wilibrordo

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Estimado padre:

En primer lugar, permítame felicitarle por su recién estrenada paternidad. Sé que ya se ha visto más veces en esta tesitura, pero me hace especial ilusión ser yo mismo el primero en hacerlo en esta ocasión. En segundo lugar, decirle que soy consciente de que no es habitual que un recién nacido venga con una carta manuscrita debajo del brazo, pero el tema que vengo a tratar me parece de extrema urgencia.

Si me dirijo a usted en esta misiva y no a mi querida madre es porque, según tengo entendido, ha decidido unilateralmente ponerme de nombre Wilibrordo, nombre de tradición muy arraigada en su familia. Mi intención con estas líneas es hacerle cambiar de idea porque, en mi opinión, hay mejores opciones para un niño como yo.

Vaya por delante mi infinito respeto por ese nombre y por las personas que lo llevan. Debo reconocer, además, que, al menos, no es un nombre insulso, de esos que se repiten una y otra vez y obligan a que te acaben llamando por tu apellido o por un mote bastante faltoso en la mayoría de los casos. No obstante, creo que en esta ocasión ya estaríamos sobrepasando la fina línea que separa la originalidad del, con perdón, completo ridículo.

Además de esto, el análisis de los antecedentes en nuestra familia me hace temer que, de llamarme así, mi futuro estaría comprometido. Pongamos como ejemplo a su tatarabuelo, el primer Wilibrordo del que tenemos constancia en la familia. Fue un bedel en el Londres de finales del siglo XIX que obtuvo notoriedad por ser la primera persona de la historia en morir electrocutada al meter sus dedos mojados en un enchufe. O su tío abuelo de Crapstone, Devon, que ocupó el cargo de borracho del pueblo durante más de dos décadas. O, sin ir más lejos, su primo de Two Egg, Florida, que fue la primera persona en pagar por el check azul de Twitter X.

Como puede ver, todas estas personas han alcanzado la excelencia en el ámbito de la mediocridad, y yo, modestia aparte, creo que estoy destinado a algo mucho más importante. Soy especial. Sé que está mal que yo lo diga, pero usted, de entre todos los seres humanos, debería comprenderme porque también lo es y me consta que, además de ser consciente de ello, intenta demostrarlo cada vez que tiene ocasión.

Soy especial, sí. Tome como ejemplo esta carta. No voy a aburrirle con los detalles sobre cómo he conseguido escribirla, pero estoy seguro de que casi ningún bebé dispone de la habilidad y/o la inventiva necesarias para llevar a cabo esta tarea. Desde luego ninguno de mis hermanos han tenido la capacidad de hacerlo y, sin embargo, no tienen que cargar con el peso de un nombre tan estrafalario.

Es más, atendiendo a su prolífica actividad en lo relativo a la descendencia, estoy convencido de que tendrá muchas más ocasiones de ponerle este nombre a alguno de sus futuros vástagos, por lo que la tradición familiar, en opinión de un humilde servidor, estaría asegurada.

Una vez expuestos mis argumentos, le propongo una lista de diez nombres que considero mucho más adecuados:

- Mega Thunder

- Guay MacCool

- Nero Burning ROM

- Ultra Zen Conqueror

- MisTetas

- Cyber Colosus

- Ultimate Ne0Jesus

- Alfredo

- Turbo Titan

Un hombre de su inteligencia ya se habrá dado cuenta de que aquí hay nueve nombres, no diez, pero reservo mi favorito y el que creo que es la mejor opción para el final.

Le ruego que recapacite, padre. Confíe en mí. Con sus recursos y mi potencial el cielo es el límite.

Un saludo afectuoso,

Techno Mechanicus Musk

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