Revista literaria avant la lettre

José María Maroto Romeo, jefe de Contabilidad, comparte su visión de la empresa

by

Estimados compañeros:

Llevamos 72 años remando juntos en este bote acechado por las rocas, sacudido por el vaivén de las aguas turbulentas del mercado y, pese a todo, empujado sin descanso, contra viento y marea, por la fuerza del señor Viñuesa y de sus leales accionistas. Después del triste fallecimiento de todos los miembros de nuestro departamento de Comunicación en el lamentable suicidio colectivo que Recursos Humanos no supo prever, y que provocó luego otro suicidio colectivo, las ventas han caído un 10% y algunos colegas de otras áreas habéis tenido que echar un cable, sacrificando parte de vuestro tiempo de ocio, para compensar la irreparable pérdida de tanto talento. Como empleado de mayor antigüedad de todo el organigrama, y en nombre de la familia Viñuesa, os lo quiero agradecer.

El objeto de este correo es compartir mi diagnóstico y mi visión de lo que esta compañía representa y debe seguir representando, a falta de un departamento de Comunicación Interna que asuma esta tarea ahora imprescindible. Creo que la pérdida de foco o de propósito en el entramado empresarial es el veneno que acabó intoxicando la moral de esas 143 personas que decidieron quitarse la vida en plena celebración del Día Mundial del Becario.

Listones de madera de la mejor calidad repartidos por todo el mundo, embelleciéndolo, convirtiéndolo en un lugar mejor, más distinguido, en el que vivir. Este es nuestro objetivo. «El listón que debemos alcanzar», todos conocéis el lema. Mi pregunta es: ¿Lo sentís? ¿Lo vivís realmente como una meta personal?

Sé que la respuesta es no.

Ahorcarse en la oficina es una llamada de atención. Una señal de que las cosas no van bien. Creedme: directivos y accionistas han tomado buena nota. Desde que se suspendieron las sesiones de «team building» por motivos logísticos y organizativos el pasado mes de marzo, las violaciones en la oficina han aumentado un 30%. Los tiroteos, un 55%. En Ventas, las mafias han tomado el control y se han formado guetos donde la violencia es el único lenguaje que los empleados entienden. Hay cadáveres por todas partes que los servicios de limpieza se niegan a retirar, desbordados como están los limpiadores que no han muerto aún alcanzados por las balas. ¿Qué nos indica esto? Entre otras cosas, que aquellas sesiones de puesta en común no eran un capricho prescindible. Debemos actuar todos juntos para recuperar los lazos que antaño nos unían, no podemos dejar en manos de la directiva un problema que tiene su raíz en la pérdida generalizada de motivación, en la falta de un proyecto ilusionante.

Cuando yo me uní a las filas de esta compañía, con apenas 13 años, nadie aquí sabía leer ni escribir. Las instalaciones no eran más que un cuartucho con techo de uralita y el trabajo de gestión se llevaba a cabo con piedras. He visto crecer a esta organización, he visto a los primeros directivos aprender a caminar erguidos sobre sus dos patas traseras, comunicarse con breves y toscos gemidos que derivaron en el actual lenguaje articulado, establecer un sistema económico basado en el trueque y, en definitiva, prosperando hasta afianzar lo que muchos convendrían en llamar entorno empresarial moderno. ¿Qué se torció en esta andadura hacia el éxito y la prosperidad?

La crisis financiera global de hace ya casi veinte años ensanchó las grietas que había abierto en esta empresa una sociedad abandonada al gozo irreflexivo y al desprecio infantil del esfuerzo personal. Sin darnos cuenta, ir a trabajar se convirtió en una obligación laboral. Algunos empezaron a creer que era mejor establecer una vida fuera de estas instalaciones, una vía de escape para evadirse de una rutina que ya no les llenaba. Estos trabajadores desencantados llegaron a tener descendencia con personas de fuera, empleados de otras compañías. Inútiles fueron los intentos de prohibir esta perniciosa práctica. Creedme cuando os digo que esto fue el principio del fin. Esos hijos bastardos —lo digo con respeto, sé que muchos estáis leyendo esto— se incorporaron luego a la plantilla sin compartir el espíritu de los empleados «puros». Tenían una vida fuera, conocían otras empresas, otras formas de trabajar y de estar en el mundo. Y así fue como un entorno controlado y ordenado donde primaba el trabajo en equipo se vio contaminado por ideas espúreas, muchas de ellas tremendamente nocivas, que fueron calando. Sindicalismo, desprecio a la jerarquía, obsesión por fiscalizar las horas de trabajo dedicadas y no tanto el rendimiento y el cumplimiento de las obligaciones… sé que es un problema generalizado, un drama de la sociedad occidental en su conjunto. Pero no podemos conformarnos con esta situación porque revertir la tendencia está en nuestras manos.

Os emplazo a todos a participar en un proyecto de reeducación corporativa. Reeducar implica modificar hábitos enraizados, y para ello se requieren voluntad, firmeza y apoyo. Respaldado por la directiva, os presento una batería de medidas que marcarán el proceso de recuperación de los valores originales de esta compañía. Un proceso que será doloroso pero que nos premiará con la mejor de las bendiciones: la satisfacción del trabajo bien hecho y de una vida con propósito.

  • Prohibición inmediata de las armas de fuego en el trabajo. Incluyendo la planta ‑1, que deberá someterse a la ley.
  • La edad mínima para cobrar un sueldo se rebaja hasta los seis años.
  • Cese permanente y definitivo de las hostilidades entre el departamento de Ventas y el departamento de Compras. Para ello, se creará un nuevo departamento de Compraventas en el que los empleados de uno y otro bando tendrán que aunar esfuerzos y olvidar rencillas y odios atávicos.
  • Vamos a tener una mascota de empresa, recuperando así a Listín, el simpático muñeco de madera de los años sesenta, que será debidamente rediseñado para ajustarlo al lenguaje actual.
  • Esterilización de los empleados no «puros» y bonificaciones de hasta el 60% por cada empleado nacido de otros dos empleados de la compañía.
  • Talleres para fomentar el «no suicidio».
  • Newsletter semanal con experiencias positivas y de éxito de nuestros mejores trabajadores para generar un ambiente de ilusión y fe en el esfuerzo corporativo.
  • Obligación de cantar el himno de la empresa antes de iniciar la jornada laboral.

Todas estas medidas de choque serán oficialmente presentadas en la próxima conferencia telemática del señor Viñuesa, emitida como siempre desde su búnker en Baboonda.

No os entretengo más. Espero que esta estrategia contra el desánimo os inspire tanto como a mí. 

Juntos lo lograremos. Juntos alcanzaremos el más alto listón.


José María MAROTO ROMEO.
Jefe de CONTABILIDAD.

ListOnes Spain.
Una compañía BANKINTER.


Este mensaje y sus anexos van dirigidos exclusivamente a la persona o entidad que se muestra como destinatario/s, y pueden contener datos y/o información confidencial, sometida a secreto profesional o cuya divulgación esté prohibida en virtud de la legislación vigente. Toda divulgación, reproducción u otra acción al respecto por parte de personas o entidades distintas al destinatario está prohibida. Si ha recibido este mensaje por error, por favor, contacte con la persona que figura como remitente y/o proceda a su eliminación (a la eliminación del mensaje, no de la persona).

Recomendamos